El abuso sexual infantil es cualquier interacción sexual (de cualquier tipo), entre un adulto (o
un niño/a o adolescente de mayor edad) y un niño o niña, ya que estos últimos no tienen aún
la capacidad de consentir a interacciones de ese tipo. Usualmente, los agresores no utilizan la
fuerza física para conseguirlo, sino que usan la manipulación, el engaño, el juego, las
amenazas, y muchas otras estrategias para “enganchar”, “encantar” e incluso “seducir” a un
niño/a, perpetuar las conductas y mantener el silencio.
El elemento central del abuso sexual infantil es el poder, no lo “sexual”. Esto tiene que ver con
que hay un adulto que “usa” el cuerpo de otro (niño, niña o adolescente), para su propia
satisfacción, y usamos la palabra “usa”, porque se cosifica al otro, se le usa como si fuera una
“cosa”, un “objeto sexual”, sin importar sus emociones, dolores o deseos.
La forma más común de abuso sexual infantil (cerca del 90%) es intrafamiliar, esto quiere decir
que es cometido por un familiar del niño o niña, una persona de confianza, quien debiese
proteger o cuidar al niño. Otro gran porcentaje, son conocidos de la familia del niño o niña,
que poco a poco se ganan la confianza tanto del niño como de su familia, utilizando el engaño
y la manipulación para poder concretar el abuso, silenciar al niño/a y perpetuar las conductas.
