Sobre la Experiencia
¿Cómo es el tránsito hacia la sanación para sobrevivientes y personas significativas después del abuso sexual infantil? ¿Identifican etapas comunes? Hablemos de las distintas etapas del proceso que atraviesan sobrevivientes y personas significativas. Visión de sobrevivientes, personas significativas y expertos.
Mensajes
Cartas abiertas, escritas pensando en ti, sobreviviente, familiar, persona significativa, profesional que se enfrenta al fenómeno.
Existe la sobrevivencia porque existen sobrevivientes, es decir personas que han seguido existiendo después de alguna experiencia extrema (como lo es el ASI). Y existe también la post sobrevivencia, que la están construyendo los sobrevivientes que se rehúsan a quedarse en el “seguir existiendo” y que están buscando la resignificación, transformar su historia, su mundo y El Mundo para que existan y perduren espacios reales de mayor bienestar, esperanza y cuidado. A ustedes, miembros de ambos grupos, les escribo para honrarlos y agradecerles. He tenido la suerte de poder conocer a algunos de ustedes, escuchar sus testimonios y atestiguar sus emociones. Gracias a ello, he podido adquirir alguna noción de lo que representa el ASI en un amplio sentido. Sin ustedes y sin sus historias yo, que soy una “persona significativa” (para una sobreviviente), no tendría la más mínima luz de cómo ejercer mi rol con algún sentido de utilidad, contención y siendo un aporte. Para mí sus vidas, su historia, su sobrevivencia y su post sobrevivencia son un tesoro. Ustedes me han permitido darle una frescura especial a lo que puede significar el “deseo de vivir”, me han hecho crecer, me han conmovido y me han movilizado a querer cambiar El Mundo. Los vuelvo a honrar, les vuelvo a agradecer y los abrazo con fuerza y con mucha admiración.
CARTA A LOS SOBREVIVIENTES Y RESIGNIFICADORES DE ASI
El abuso que viviste durante tu infancia ha sido un tema recurrente desde que nos conocemos. Pasaron sólo un par de semanas desde que nos conocimos hasta que tuviste la confianza de contarme todo. Ha sido duro de asimilar, no es fácil aceptar que en el mundo hay seres miserables capaces de hacerle a otros un daño tan terrible, y aún más duro es saber que te paso a ti, que eres la persona que más amo en el mundo. Aún me siento abrumado cuando me hablas al respecto, no soy capaz de responder nada, pero me alegra saber que aun así, tu confías en que yo estaré siempre ahí para escucharte. Durante este tiempo, he visto de primera mano todas las secuelas que el abuso ha dejado en ti. He visto las inseguridades que te comen la cabeza, he visto el miedo que sientes de no saber si las personas a tu alrededor te quieren realmente, y he estado ahí mil veces para decirte que por supuesto que te aman. Felizmente pasaría el resto de mi vida recordándotelo, porque se lo mucho que te cuesta creerlo, incluso cuando el amor que te tienen es evidente. También te he visto caer en más de una ocasión, pero nunca ha dejado de sorprenderme la fortaleza que tienes para salir adelante. Eres una persona increíble que hace hasta lo imposible con tal de ser feliz. Por muy profundos que han sido los hoyos en los que has caído, nunca has dejado que eso te abrume, y siempre has seguido con la cabeza en alto, buscando maneras de salir del hoyo. Y me encanta saber que, incluso siendo tú una mujer increíble, capaz de superar todas las adversidades sola, aun así, decides confiar y apoyarte en mí y en tus cercanos. A pesar de todo lo que te ha pasado, tú nunca has dejado de confiar en los demás. Sin siquiera dudarlo, prefieres confiar y equivocarte 1000 veces, antes que encerrarte en ti misma y desconfiar de todo el mundo. Soy infinitamente feliz sabiendo que soy importante para ti dentro de tu proceso de sanación, y tú ya lo sabes, pero quiero decirte de nuevo que tú eres una parte fundamental dentro de mi proceso de crecimiento, ya que eres quien me motiva a ser mejor, por ti, por mí y por quienes me rodean. Se que tengo pocas herramientas para apoyarte con tu proceso, que me abruma hablar del abuso, que a veces me trabo y me contradigo al hablar contigo, y que muchas veces soy mañoso y respondo de mala manera, pero te prometo que lo estoy poniendo todo de mi parte para ir mejorando día a día. Te amo, con toda mi alma, tuyo por siempre, tu ratoncito cuicui.
CARTA PARA MI RATÓN
Ale, ha vuelto la sonrisa que un día perdiste, que perdiste al abrirte al mundo con tu voz y contar tu pena y dolor. Dolor en tu cuerpo y alma que gritabas en silencio. En ese silencio caminabas buscando un lugar que te ayudara a encontrar nuevamente la tranquilidad y seguridad perdida. Hoy te veo que has encontrado un refugio y luz para retomar tu camino. Admiro profundamente tu valentía, grandeza y perseverancia. Como tú mamá, me alivia esta pena grande, cuando veo que empieza a esbozarse tu sonrisa que se abre al mundo.
A MI ALE
La vida a veces se comporta de formas extrañas, actúa de maneras impensadas e inimaginables… a un punto en que no sé si es cruel o simplemente escapa de la idea de moral, equidad o justicia que manejamos los seres humanos. Bajo esta idea puedo decir que el tránsito por el dolor es algo tortuoso o solitario, y creo que mi paso por él es de los momentos más destructivos que he vivido en mi corta existencia. Pero es también la que más oportunidades me ha dado, irónico lo sé. Soy consciente de lo loco y descabellado que suena que un dolor desgarrador sea quien me abriera las puertas a muchas oportunidades, pero no me malentiendan; que yo hable de que me abrió puertas no niega el hecho de lo terrible y condenable de la situación. Mi sufrimiento no se lo deseo a nadie… Cuando digo “abrió puertas” hablo de lo que sentí, y de cómo este mismo sentir me permitió conectar con otras personas a pesar de la naturaleza de la situación… Jamás en mi vida me sentí más acompañada que cuando conocí gente que vivió experiencias similares y compartí con ellas este dolor desgarrador y espeso que arrastra la existencia hasta un punto muerto. Mucho menos había sentido tamaña comprensión y jamás recibí tanta contención como cuando compartí mi dolor con otras personas capaces de entenderlo, porque lamentablemente vivieron situaciones similares, y no solo eso, sino que, sus experiencias calmaron mi corazón por “tener puntos en común” con mi propio tránsito por el dolor. Ese sentimiento “esto no sólo me pasa a mí”, que me hacía sentir culpable y me llevaba a un cuestionamiento eterno, y por consiguiente a una actitud castigadora conmigo misma. Esta conexión la sentí dentro de la dinámica de grupos en “La María”, creo que estaré agradecida por cada momento y por cada persona que conocí por este medio. La experiencia fue una de las más agradables que he tenido… Que rico es llegar a un sitio, que no es un espacio físico, sino más bien es un lugar cálido que se construye en el momento, con cada aporte, con la constancia, con la apertura de nuestros corazones y con la certeza de que tomamos la decisión correcta al compartir nuestra agonía y desvestir nuestros corazones. Y no solo eso, no se relega nada más a un “conversar” lo que vivimos. Las actividades organizadas permiten una introspección poderosa y crítica de nuestra persona, indagamos en lo que sentimos, en por qué lo sentimos, en cómo se manifiesta nuestro sentir, cómo lo manejamos, qué hacemos con ello y hasta dónde nos ha llevado cada decisión que hemos tomado respecto a las cuestiones antes planteadas. El dolor es destructivo, es verdad, pero la compañía y la contención son las herramientas capaces de generar maravillas a partir de un desastre. Mirando hacia atrás, me pregunto a qué le tenía tanto miedo esa Camila que se cuestionaba la posibilidad de compartir con los demás lo que significaba su dolor, me pregunto a qué le temía y por qué no estaba dispuesta, también el por qué titubeaba tanto al tomar una decisión sobre si participar o no… Porque si me miro hoy, en el momento en que escribo esto, tomaría la misma decisión sin titubear, sin cuestionamientos. Creo que definitivamente no soy la misma persona que accedió a participar hace unos meses. No me veo de la misma manera, no me siento igual… Es increíble el cómo puede la conexión con personas, en un estado similar al tuyo, transformarte hasta el punto en que no eres capaz de reconocerte (de manera positiva, no me malentiendan). Y lo agradezco enormemente, las acciones de cada persona dentro de esta dinámica, cambiaron mi mundo… Quizás para esas personas no es mucho, pero para mí significa tanto pero tanto que no tengo palabras para expresarlo. Esta transformación no lo creo algo malo, tampoco como algo invasivo, más bien es como la semilla que espera por florecer. Y por supuesto, el florecimiento sólo llega de la mano de la comprensión y contención dentro de los círculos de confianza que generamos, en este caso, gracias a instancias resignificativas. La semilla no es capaz de salir al mundo cuando este se ve como algo hostil y peligroso. Existir y mantenerse en este plano implica un desgaste, es como una inversión. Más aun cuando se vive con dolor, pero el dolor no es algo determinante cuando se vive en compañía, mucho menos los es cuando se comparte. Y compartir el dolor tiene un efecto aún mayor cuando se trata de compartirlo con personas que aceptan y entienden el dolor, porque más que comentarlo, más que escucharlo… Se siente y se vive y se acepta vivir con ese dolor que se ve ajeno pero que también es muy propio. Quizás y sólo divago en este punto. La compañía es reparadora, el vivir momentos cruciales como lo es una resignificación en compañía de personitas con las que existe la confianza implícita, es maravilloso. El sintonizar el mismo canal, vibrar en la misma frecuencia, sentir similar nos acerca más de lo que creemos, porque eso es algo que quizás no seremos capaces de recibir fuera de este tipo de vínculo y esta sensación es algo que nadie debería dejar pasar. Siento que en este punto las palabras no son suficientes, que a pesar de todo son muchas cosas las que debo arreglar, que 12 sesiones no son suficientes para mí (quizás y hablo desde el cariño más que desde la necesidad como tal) y que durante unos meses los jueves fueron mejores que los viernes, me encontré muchas veces a mí misma llegando rápido a la casa, con una sonrisa boba pensando en que finalmente era el día en que nos veíamos, porque aunque las actividades muchas veces se sintieron difíciles, el espacio en el que se dieron fue lo suficientemente cálido como para pasar eso por alto y participar con gusto en las diferentes dinámicas grupales. Por último, solo me queda decir gracias. Por escuchar, por los consejos, por el tiempo, por la compañía, la comprensión, por la empatía y por cada sobadita en la espalda en momentos de aflicción. Gracias por el espacio, por la instancia porque a partir de ella fuimos capaces de generar un lugar cálido, a base de cada granito de cariño que aportamos. Un pequeño paraíso.
Carta a María
Testimonios
Somos La María
Te invitamos a conocer los testimonios de distintos participantes, ahora miembros de nuestra comunidad.
Tras infinitas noches de insomnio, una depresión que había culminado en un intento de suicidio y mis desesperadas ganas de salir de aquel hoyo, me encontré con lo que sería una pequeña luz que iluminaría a mi camino y me devolvería las ganas de vivir. Mi Grupo fue todo lo que necesitaba para lograr un nuevo nivel de superación de mi trauma, para comprender que no estaba sola, que la culpa no era mía y que, sobre todo, el abuso no me definía como persona. Jamás olvidaré cuando las conocí, yo era la más pequeña del grupo, en ellas vi esperanza (de lograr ser una mujer poderosa, profesional y con metas), comprensión (porque nadie podría entender mejor por lo que estaba pasando) y apoyo (porque desde ese momento dejé de sentirme sola en esta batalla). Para mí el grupo generó un antes y después en mi proceso. Recuerdo haber estado perdida, sentir mucha culpa, estar profundamente decepcionada de mi familia y cansada de vivir esta lucha sola. Seis meses después, era completamente otra mujer, más resciliente que nunca, fuerte, sin culpas y con una perspectiva totalmente distinta de la vida y los abusos sexuales infantiles. Sin duda alguna, existe un fantasma que siempre me recordará lo que me hicieron, sin embargo, ahora soy una mujer sin culpas, sin miedos, con infinitas ganas de vivir y combatir la epidemia de los abusos sexuales de la que muy pocas personas hablan, porque sí, ya no le tengo miedo a mi fantasma.
Me regalé la experiencia de encontrar en este grupo pares que sentían y vivenciaban lo mismo que yo, los mismos dolores y transitamos juntas por ese destape mágico de poder hablar sin freno de lo más horroroso que nos había ocurrido y que uno jamás pudo verbalizar. Encontré esas personas de luz mágicas, amigas, sí, amigas porque son aún un apoyo y pilar fundamental en mi vida. El encuentro con un otro y saber que ya no estaba sola, que hay miles que han vivido este horror y en distintas formas me dio esperanza. Compartimos ese dolor, lo exploramos juntas y vimos como en esta experiencia de tortura la resiliencia nos obligó a sobreponernos de esa soledad oscura de la omisión y el rechazo familiar. Gracias por eso, gracias a la vida por darme este espacio y este regalo para sanar en conjunto, en comunidad, en mí y en un otro.
Entré a este grupo de apoyo sin tener muchas expectativas realistas de lo que sería o significaría para mí, más que el hecho de ser un paso más en este largo camino de la recuperación. Como sobreviviente del ASI estoy acostumbrada a las subidas y bajadas de este proceso, así que me imaginé que escucharía y quizás eso me ayudaría a reconciliarme con mis propias heridas, me imaginé quizás círculos con gente presentándose y muchos clichés más… lo que jamás imaginé fue encontrar un lugar de cobijo, un espacio de amor y regaloneo, de conversas y apoyo incondicional, con consejos necesarios y testimonios más cercanos de lo que ninguna podía dimensionar. Escuchar a otras personas experimentando cosas tan similares y diversas fue a la vez doloroso y sanador. Nada me podría haber preparado para lo que significó esta experiencia y me agradezco tanto por haberme permitido vivirla. La conciencia de que no soy una mujer rota, sucia o culpable cada día va tomando más fuerza y esas nociones se las debo en gran parte a este grupo y sus maravillosas integrantes.
Hablar del impacto y secuelas del abuso sexual infantil con un grupo de personas que comparte una historia similar, fue clave en mi proceso de resignificación de esta experiencia. En la María encontré un espacio de mucho respeto, cuidado y empatía. con mi grupo formamos una comunidad que seguirá estando en contacto para apoyarnos cuando sea necesario. El haber formado parte de ese programa me motivó a acompañar a otros en este camino de sanación y resignificación. gracias Feña, Maca y Pía por hacer de este viaje algo poderoso y transformador desde un espacio de mucho amor y generosidad. Gracias también a mi grupo porque cada una de sus historias resonó fuerte en mi corazón.
Es difícil para mí empezar a escribir un texto, que represente un sentir, un pensamiento, una vivencia. Llegué a fundación La María a través de Instagram. Me llamó la atención todo lo que explicaba con sus dibujos, las distintas maneras de relatar los abusos y las consecuencias de estos. Estoy totalmente agradecida por estos espacios de reflexión de enseñanzas y de tribu. Participé en las videollamadas, y me entregué en diferentes actividades que nos han hecho conectar con nosotras mismas. Los encuentros fueron geniales, risas, llantos, conversaciones de la vida, dibujos, contar vivencias y todo me hizo entender que no somos culpables. Que cada una de nosotras fue vulnerable y que lamentablemente no tuvimos un adulto alerta en esos momentos, así como la María, como yo, hay muchas personas que han sufrido abuso sexual por parte de un familiar o amigo. Es triste ver las cifras y darse cuenta de cuánta gente sufre traumas producto de estas aberraciones, por convivir con pederastas. El camino fue difícil sobre todo cuando recién me di cuenta de lo que me había ocurrido, las ganas de gritar y de llorar… Fue lo único que pude hacer en ese momento porque no había consuelo. Así empezó mi camino hasta aquí, con imágenes y recuerdos, con flashbacks a mis 30 años me di cuenta que fui abusada sexualmente por mi padrastro en mi propia casa a la edad de 9 a 12 años, fui una adolescente con baja autoestima, nunca tuve pololo, y acumulé muchos sentimientos de rabia, ira que no sabía gestionar. La vida fue difícil durante esos años pero hace 4 años inicié un camino diferente, verbalice lo ocurrido, empecé a entender que tendría que vivir con esto el resto de mi vida pero una vez que aceptas la realidad empieza el camino de sanación, buscando y encontrando muchas maneras de autoayuda. Quiero dar las gracias a la María por su acompañamiento desde el primer momento, por escuchar, por entender y por siempre dar una palabra de apoyo. También a Maca quien con su experiencia como psicóloga me ayudo a entender muchas cosas, siempre explicando de buena manera. También a Pía que ha sido una gran moderadora y un ejemplo para decir que si se puede estar bien, a pesar de todo. Estas sesiones han removido muchas cosas internas y siento que vamos por buen camino. Cuidarnos, tratarnos con amor y respeto. Lo importante ahora es levantar banderas para visibilizar y prevenir abusos. Que aquellas personas sobrevivientes tengan la valentía y el apoyo para poder contar su verdad porque no están solas o solos. Recuerden que somos guerreros sólo nos queda vivir y seguir sanando nuestros corazones, nuestros cuerpos y nuestras almas día a día. Les mando un abrazo.
“El conflicto entre la voluntad de negar eventos horribles y la voluntad de proclamarlos en voz alta es la dialéctica central del trauma psicológico.” Judith Lewis Herman. La María es un espacio en donde compartes con un grupo de personas en el que puedes estar cómoda, tranquila, a salvo y me saber que existe una comprensión y un gran apoyo por parte de las personas que son partes de este grupo. Es importante que sepas que la María no solo entrega apoyo, herramientas y un espacio seguro, también es un proyecto en el que logras conectar con personas de una manera tristemente hermosa. “Pero te hizo más fuerte…” para que sepan, da lo mismo la edad que tengas, no necesitas vivir algo en la vida para hacerte más fuerte, necesitas estar a salvo. Aquí, en la María, siempre lo vas a estar, lo vas a sentir y vas a ser parte de una red que le entrega seguridad y apoyo a muchas otras personas más.
"Llegué, me reí y lloré, me encariñé".
La María significó para mí una nueva etapa en este largo proceso de sanación. Aquí por primera vez he podido sentirme entendida, acompañada desde la empatía de los hechos, si bien sabía que estar en los grupos significaba que había otras personas que habían sido vulneradas y que eso me dolía mucho, también era la esperanza de encontrar espejos donde podría ver mi propia historia a través de otros relatos. He crecido en este nuevo período y lo volvería a revivir, por lo mismo quiero seguir en la maría, porque me ha dado un hogar donde reposar mi experiencia y trabajarla desde otra perspectiva.
A veces necesitamos mirar a otros a los ojos, y reconocernos en ellos, para valorar el camino que hemos recorrido y dimensionar lo que nos queda por delante. Gracias a La María pude conocer a grandes compañeras y compañeros de ruta, con quienes identificarme y seguir juntos en este camino que se hace más llevadero cuando lo recorres acompañada.